lunes, 28 de junio de 2010

El ciclo Maradona empezó mal y ojalá que termine bien

Opinión

El ciclo Maradona empezó mal y ojalá que termine bien

Juan Pablo Varsky

Para LA NACION

Empezó mal. En octubre de 2008, fue elegido seleccionador nacional. Como plan B. Ante la inminente designación de Carlos Bianchi, Julio y Humberto Grondona, los hijos del presidente de la AFA, llegaron raudamente a la quinta de Brandsen para disuadirlo de la idea.

Tras una corta reunión, lo convencieron de armar un cuerpo técnico que recreara la mística de México 86 con Carlos Bilardo de manager, Brown y Batista de ayudantes y Diego Maradona como entrenador principal. El anuncio coincidió con el cumpleaños número 48 del flamante entrenador. Pero algunas cosas cambiaron.

Alejandro Mancuso se sumó al cuerpo técnico. Confidente de Diego, le había devuelto la alegría de jugar con la organización del show-ball. Su amigo le demostró lealtad. Campeón olímpico en Pekín 2008, Sergio Batista se quedó con los juveniles por decisión de Maradona. Lo consideró un peligro para su gestión. Checho figuraba entre los aspirantes al cargo gracias a su medalla dorada y a su buena relación con el eje Messi-Agüero, cuya falta de compromiso con Coco activó su salida del seleccionado.

En su regreso a Barcelona, tras la derrota con Chile y la renuncia de Basile, Lionel Messi se animó a ponderar su trabajo. De todas maneras, la ruptura del vínculo entre jugadores y DT no alcanza para explicar aquel final de ciclo.

El equipo había perdido identidad y funcionamiento tras la buena Copa América de 2007. Solidario con su compañero en la Sub-20, Tata Brown también se bajó del barco. Para reemplazarlo, Bilardo sugirió a Miguel Angel Lemme, hombre de su riñón.

El 19 de noviembre de 2008, el ciclo Maradona arrancó con un triunfo ante Escocia con un lindo gol de Maxi Rodríguez. De aquel equipo fundacional, Demichelis, Heinze, Mascherano, Maxi, Jonás Gutiérrez y Tevez siguieron rumbo al Mundial. Se quedaron en el camino el arquero Carrizo, Papa, Lavezzi, Gago y Zanetti. Todos los futbolistas de aquella primera convocatoria destacaron el perfil motivador de Maradona, en la misma línea de su presencia en los Juegos de Pekín. Allí, el mito "El Diego" arengó a cada uno de los seleccionados argentinos que competían por una medalla.

Ya en 2009, le ganó a Francia por 2 a 0 con goles de Jonás y Messi. Figuraron entre los suplentes Romero, Samuel, Burdisso y Di María, hoy entre los 23 mundialistas. En el micro, un eufórico grupo cantó "estamos todos, que no venga nadie más".

El mensaje era para Román Riquelme, quien se había quedado en el país jugando para Boca. Semanas más tarde, Riquelme anunció su dimisión al seleccionado.

La declaración del DT en un programa de TV ("no me sirve jugando lejos del arco rival") le sirvió de pretexto para comunicar su decisión, fundamentada en cuestiones personales.

Inmediatamente, cayeron las eliminatorias. El cómodo triunfo ante Venezuela primero y el viaje a la altura de La Paz después. El 1° de abril de 2009, la Argentina fue goleada por Bolivia. El humillante 1-6 fue consecuencia de una mala estrategia.

"A la altura hay que gambetearla", puso Maradona en una cartulina. El equipo cometió el pecado de presionar sobre la pelota a 3600 metros sobre el rival.

Responsabilidad del entrenador. Diego comenzó a recibir críticas sobre su trabajo, algo infrecuente en su carrera de futbolista. En mayo, se presentó ante Panamá la llamada selección local. Fue anunciada como la gran oportunidad de mostrarse para los jugadores del campeonato argentino y la gran chance de ver al equipo nacional en diferentes puntos del país. Pero hubo una omisión: los amistosos fueron organizados por la empresa Santa Mónica, que financia el contrato de Maradona, con el fin de recaudar fondos para pagarle su salario.

Rivales flojísimos como Ghana C, Costa Rica B, Jamaica y Haití le quitaron seriedad a esta idea. El carrusel de nombres, algunos de ellos inmediatamente transferidos al exterior como Jara y Prediger, agregó una cuota de sospecha a las listas de convocados. En las eliminatorias, el equipo se plantó bien en la altura de Quito, pero perdió por 2 a 0.

Las derrotas ante Brasil y Paraguay complicaron la clasificación. Ya había cambiado dos veces de arquero: de Carrizo a Andújar y de Andújar a Romero. Diego insistía en la arenga motivacional como único fundamento de su gestión.

Antes del partido con Brasil, mandó armar un video con imágenes de chicos pobres para que el grupo se conmoviera. Pero los jugadores ya le demandaban algo más que el "vamos, vamos".

El equipo no funcionaba y el revoleo de nombres continuaba. Ante Perú, aparecieron Insúa, Pérez, Aimar e Higuaín, tardía y merecidamente convocado. Pero fue Martín Palermo, el hombre que hace llover, quien rescató al seleccionado y a Diego con ese gol inolvidable.

Contra Uruguay, se vio una idea bien plasmada: defensa sin laterales puros, poca distancia entre líneas, punto de partida retrasado y contraataque. El gol de Bolatti confirmó el lugar en Sudáfrica.

Eufórico y resentido, Maradona explotó y se mandó la conferencia porno donde quedó patentado el LTA ("la tenés adentro").

Frentes de conflicto

Aun con el alivio de la clasificación, hubo más frentes de conflicto: la relación con Bilardo, los mensajes hacia Grondona, los cruces con su hijo Humberto. Salió del cuerpo técnico Lemme y entró Héctor Enrique.

El 3 de marzo, en Munich y contra Alemania, salió a la cancha una formación muy parecida a la de Montevideo y ejecutó muy bien la misma idea del duelo en el Centenario. Ganó por 1 a 0 con gol de Higuaín. Ese día, Maradona terminó de definir la gran mayoría de la lista.

Las respuestas en momentos difíciles de Bolatti y Otamendi, jugadores que puso él, influyeron más que las excelentes temporadas en Inter de Zanetti y Cambiasso, futbolistas con pasado en la selección. A mí me hubiera gustado verlos entre los 23, pero hay dos caminos para analizar una lista: compararla con gustos personales y tratar de entender el porqué de las decisiones.

El último escándalo vino bien. La cancelación del amistoso en Dubai, que le hubiera reportado buen dinero a Diego por clínicas de fútbol post Mundial, provocó que se programara una sensata puesta a punto. Las primeras jornadas han sido más importantes para el grupo que para el equipo.

Este plantel necesitaba conocerse y encontrar esa química colectiva que no garantiza el éxito, pero sí saber compartir alegrías y frustraciones. Esta semana cambiará el enfoque. Se harán ensayos para definir apellidos, esquema y proyecto para el partido ante Nigeria.

Tras un año tormentoso, Maradona está más cerca de un entrenador cualquiera que de la unicidad de "El Diego". El cambio sirve. Era imprescindible en este momento. Ojalá que este ciclo, que empezó mal, termine bien.

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